Thursday, March 20, 2014

En el episodio de Los Simpson titulado ‘Bart vende su alma’, Lisa, la hermanita menor de Bart, le dice que “el alma es el símbolo de lo bueno que hay en nosotros”. Ramón Jáuregui, coordinador de la Conferencia Política del PSOE celebrada el pasado fin de semana, recordó el alma y la tradición republicanas de su partido, pero prefirió dejarlas dormir en un cajón para defender la Corona con el pragmático argumento de “no poner al país patas arriba”.
Ya somos un mundo patas arriba, un universo de coronas, almas y contradicciones. Almas unidas por la belleza es lo que explica que Venezuela, una república petrolera de toda la vida, celebre unida el reciente logro de poseer siete coronas de Miss Universo. Al mismo tiempo que Jáuregui trataba de evitar una pasarela de aspirantes al trono del PSOE, la bella venezolana Gabriela Isler conseguía la séptima corona para su país en el certamen de este año, situando así a la cuarta nación exportadora de petróleo a tan solo una corona de diferencia con Estados Unidos, la primera potencia económica, que actualmente tiene ocho. Estrechísima diferencia entre dos repúblicas separadas ideológicamente, pero unidas en la encarnizada lucha por la corona de la belleza universal.
He visto cinco de esas coronas exquisitamente expuestas en el despacho de Osmel Sousa, el llamado zar de la belleza venezolana, un título que a su manera adelantó la cálida relación que la Rusia de Putin mantiene con la Venezuela bolivariana. Y cuando las ves reunidas brillando, de pronto encuentras sentido a eso que llaman patriotismo. Te identificas, de alguna manera te parece que tú también tienes algo, mucho o poco, de Miss Universo. Si una corona une a un país, ¡imagínense ustedes lo que deben unir siete coronas! No cabe duda de que Ramón Jáuregui debería visitar Venezuela e iniciar su entrenamiento como miss cuanto antes, con su tesón y entusiasmo podría alcanzar el sueño de ponerse esa corona que tanto desea y tanto une.
Mientras la belleza venezolana conquistaba esa cima, su presidente, Nicolás Maduro, pedía plenos poderes para librar su “guerra económica” al tiempo que alentaba las confiscaciones, que se han convertido en saqueos, a tiendas de electrodomésticos señaladas como especuladoras. En un país de misses, una lavadora es tan importante como la propia corona. Pese a que una miss jamás antagoniza, su mandatario parece creer que el combate es la única dialéctica democrática. Pero lo que ha resultado muy significativo en este Miss Universo es que la primera finalista, es decir, la segunda mujer más bella del universo, haya sido Miss España. Fue emocionante que las dos, la española y la venezolana, estuvieran muy nerviosas esperando el veredicto en inglés y por un confuso momento ambas creyeran que la otra era la ganadora. Se pudo ver a España y Latinoamérica más hermanadas que nunca gracias a la corona. Igualadas, pero no solo en misses, sino en sencillas cosas de diario como la corrupción, la justicia politizada o en el desparrame de basura en sus calles. Aquí en Madrid, gracias al empeño de su Margaret Thatcher de juguete, Ana Botella, en su desafío a los sindicatos.
Basura y belleza parecen conceptos opuestos aunque marcados por la misma inicial. Bello es el paisaje andaluz cercano a la finca Yerbabuena, pero triste y casi sucio lo que rodea al hijo del diestro Ortega Cano, José Fernando. Es otro heredero con problemas, pero que ha elegido el lado chusco del delito, el que directamente y sin rodeos te dirige a la cárcel. Si existe el más allá, no deben de ser días felices para Rocío Jurado. La triste noticia de la detención de su hijo, a causa de una agresión y robo a las puertas de un club de alterne (con inmejorable nombre: Rey 2000), nos hace concluir que educar a un hijo es igual de complicado que elegir un jefe de partido o ganar una corona de Miss Universo.
El descubrimiento público del rostro de Chabelita Pantoja tras alcanzar los 18 años, a la vez que se confirmaba su embarazo del joven Alberto Isla, propició en algunos comentaristas de televisión la arraigada xenofobia castellana. Son irreproducibles los comentarios sobre lo que señalaban como “racialidad” de la nueva estrella mediática. Lo cierto es que Chabelita Pantoja no está haciendo nada que Rocío Carrasco, la hija mayor de Rocío Jurado, no nos enseñara en los años noventa. Las herederas de las reinas de la copla son infantas que enamoran y se reproducen con un avispado tipo de macho ibérico. El nuevo tema es comparar a Alberto Isla con Antonio David Flores, el padre de los nietos de la Jurado. Isla y Flores comparten esa cosa de varón aventurero, romántico, de buena dentadura y de pantalón vaquero tan ceñido por delante como por detrás. Que igual te baila una sevillana, o en un momento dado te compra un palacete, o te canta una ranchera, o se desvive con una saeta ante la virgen de la que su nuera es muy devota. Aunque a Isla y a Flores les separen más de una década de burbujas inmobiliarias, los dos son modelos de un patriotismo viril que termina por unirnos a todos con las dos grandes de la copla en un remolino de sentimientos que o rompe el amor o enamora el alma.
Es curioso pero quien tenía pinta de estar pasándoselo mejor anoche, en una fiesta organizada en la residencia del embajador británico, era David Gandy. Como si para este supermodelo, invitado destacado de la noche, posar, estrechar manos y responder a los cientos de cumplidos con otras cien palabras amables fuera lo que más le apetecía hacer en aquel momento. Eso mientras el ambiente se dividía en tres grupos a su paso: los que hacían cola para estar unos segundos cerca de él, los que lo observaban desde la distancia y los que parecían enfrascados en su propia historia pero, cada vez que el modelo caminaba a su lado, ponían cara de pensar mentalmente, "Pues tampoco es tan guapo”.
Entonces uno se da cuenta de que esa es precisamente la clave de su éxito: Gandy es muy consciente de que se le considera uno de los hombres más atractivos del mundo. Y ese es su poder.
Quise demostrar que los modelos masculinos podían llegar a ser tan icónicos como los femeninos.
“Mi primer trabajo importante fue un lookbook de Paul Smith, pero sobre todo hacía catálogos. No me sentía muy cómodo, no era lo que quería hacer”, cuenta antes de la fiesta. Se sienta al lado de su interlocutor con una postura relajada, mira a los ojos, sonríe y hace que cualquier declaración sobre su trayectoria profesional parezca una confesión. Está claro que sus metas iban mucho más allá de las del perfecto maniquí. “En aquel momento se llevaba otro tipo de hombre, más delgado y andrógino. Ahora el canon es distinto”. Este cambio se ha dado, en gran medida, gracias a él. Pero sobre todo al hecho de que Dolce & Gabbana se cruzara en su camino.
Cuando todos apostaban por una belleza de rasgos aniñados y frágiles, el dúo italiano quiso explotar un arquetipo mucho más viril y sexualizado. Lo encontraron en la figura de los futbolistas pero, en 2006, apareció David Gandy, y lo que empezó con una campaña publicitaria ha desembocado en un libro que retrata sus mejores momentos junto a la firma y que lo eleva a la categoría de icono estético. Otra etiqueta de la que es plenamente consciente. “A partir de aquel momento quise ir más allá. La moda masculina es mucho menos popular que la femenina. Intento equilibrar la balanza, aunque muchos me han dicho que era imposible”, afirma.
Está claro que no lo fue. Mientras muchos podrían hacer una lista más o menos larga de modelos femeninas, su nombre es el primero (si no el único) que suena cuando hablamos de modelos masculinos, un ámbito que da poco pie a la celebridad y que suele estar poblado por carreras fugaces. “He tardado 13 años en saber cómo mantenerme en el negocio. Hay que saber adaptarse y cambiar, pero sobre todo hay que decir que no a muchos proyectos. No es bueno hacerlo todo. Es más importante afianzar la relación con una marca que trabajar para muchas”, confiesa. Se licenció en marketing antes de comenzar a trabajar como modelo y todo apunta a que fue un alumno aventajado.
Luis Rubio
David Gandy ha sabido construirse una imagen poderosa y persuasiva. Juega a la galantería del cine clásico, y en ocasiones la desmonta mostrándose cercano y cotidiano. Viste un traje a medida de doble botonadura que le da una apariencia distinguida, pero cruza las piernas y gesticula como si realmente estuviera llevando unos vaqueros. Asiente cuando le preguntamos si él es una marca en sí mismo, y recurre a la herencia británica para definirla: “Tiene que ver con la tradición inglesa, con la sastrería de Savile Row. Me fijo en el estilo de Paul Newman o Steve McQueen, incluso en ocasiones puede parecer que estoy un poco pasado de moda. Me siento muy identificado con la forma en que se concibe el estilo en mi país, esa vocación vanguardista que tienen muchos diseñadores pero que, a la vez, bebe siempre de la tradición y la artesanía”.
Antes, la única referencia que tenía el público de mi trabajo  era 'Zoolander'.
Esa es la razón por la que el British Fashion Council le eligió como embajador de su semana de la moda masculina. No es frecuente verlo subido a una pasarela, pero sí sentado en la primera fila de un desfile con uno de esos trajes ingleses perfectamente cortados. Así se entiende también por qué Johnny Walker lo ha elegido como imagen de su blend más exclusivo, Blue Label. El modelo lo define como un “clásico moderno”, y lo cierto es que verlo atender a los invitados, whisky en mano, le hace merecer el mismo calificativo.
En los pocos momentos en los que no se le pide ser el alma de alguna fiesta, Gandy escribe columnas sobre coches de lujo en varias publicaciones, desarrolla su negocio de aplicaciones para móviles (actualmente posee una de fitness y otra de asesoramiento de estilo), colecciona automóviles clásicos o restaura su casa del siglo XVIII. Todo encaja y alimenta la imagen. Por eso, la “marca Gandy” sabe que su futuro no pasa por la interpretación, como ocurre con la mayoría de los modelos famosos, sino por la empresa: “Mi próximo paso probablemente sea dejar de ponerme delante de una cámara. Me gustaría diseñar o trabajar en la dirección de marcas. He aprendido que nunca sabes lo que puedes llegar a hacer, que puedes abrirte caminos inesperados”.
Hay que decir que no a muchos proyectos. No es bueno hacerlo todo.
Cuando Naomi, Kate y otras topmodels de renombre desfilaron en la clausura de los Juegos de Londres, Gandy fue el único hombre que lo hizo junto a ellas. “Quise demostrar que los modelos masculinos podían llegar a ser tan icónicos como los femeninos. Y creo que lo estoy consiguiendo. Antes la única referencia que el público tenía de nuestro trabajo era Zoolander”. No bromea. Por extraño que pueda parecer, aquella parodia sobre el mundo de la moda le ha servido como inspiración. En su momento funcionó como una herramienta de psicología inversa para dejarle claro qué prejuicios quería romper. Hoy tiene una fundación llamada Acero Azul, como aquella absurda mirada que desplegaba el protagonista para cautivar a los fotógrafos. “Qué mejor nombre que ese. Mi proyecto pertenece a Comic Relief, que ayuda a combatir la pobreza mediante la industria del entretenimiento. Yo recaudo fondos mediante acciones que tienen que ver con la moda. Es el título perfecto”
¿Pero Zoolander tiene realmente algo que ver con tu mundo? “La película es una caricatura llena de situaciones absurdas, pero si trabajas en moda te das cuenta de que hay muchas similitudes. No sé qué relación tiene Ben Stiller con ella, pero conoce bien este ámbito”. Lo dice alguien que, con su apariencia de perfecto caballero, de ser el Clive Owen del mundo de los modelos, no podría estar más alejado de los desvaríos de aquella trama. Así que probablemente diga la verdad.


¿Cómo ser famoso siendo hijo de famoso?
Si es posible ser hija de Lionel Richie y no acabar siendo famosa por derecho propio, eso es algo que no está empíricamente demostrado. Ya en la década pasada el que fuera cantante de la Motown tuvo que ver cómo su apellido se empleaba más para hablar de su hija que de él: Nicole Richie era secundaria en el reality que le dio fama a su mejor amiga, Paris Hilton, y desde entonces ha permanecido más o menos visible dentro de la esfera de la celebridad, tocando todos los palos que le corresponden a un famoso de telerrealidad (modelo, música y, sobre todo, dueña de su propia línea de ropa y su perfume). También, todo hay que decirlo, se casó y tuvo dos hijos, que es algo que siempre resta intriga e interés a la imagen de un famoso sin vocación conocida. Pero este mes, el apellido Richie volvió a sonar por la sorpresa de que la otra hija de Lionel, una moza de 15 años llamada Sofia, se ha hecho modelo profesional.
¿Qué historia le puede aportar al mundo esta chica?
Se sabía que Sofia estaba encaminada hacia la fama desde el año pasado, cuando se dejó fotografiar por Teen Vogue y contó detalles fascinantes de sus 14 años de vida como que su padre le había enseñado a tocar el piano con sus propias canciones, que Michael Jackson era para ella como un padrino, que Paris Hilton también era de sus mejores amigas y que le gusta vestir de Balenciaga. También anunciaba que su hermana era, para ella, un icono, y que también quería diseñar su propia ropa. Así las cosas, era por lo visto cuestión de tiempo que pasara lo que terminó pasando el 12 de diciembre: que la chica acabó en un catálogo de bañadores, específicamente de la casa de Los Ángeles Mary Grace Swim, enseñándole al mundo cómo se luce un biquini reversible.
¿No será algo en los genes de Lionel Richie?
Sofia es, en realidad, la única hija biológica de Lionel Richie. Nicole es hija de uno de los Commodores, el grupo en el que tocaba él: a los dos años se la llevaron a casa y a los nueve la adoptaron legalmente. En aquella época —los ochenta— Lionel, casado, ya estaba enzarzado en una relación con una amante; en 1993 se divorció de su primera mujer y en 1995 se casó con su amante. Cinco años después, nació Sofia. Nicole tenía 16 años. El tiempo perfecto para que el apellido esté debutando al menos una vez por década.
Mónica Spear hizo el camino a la inversa. Estudió y vivió en el destino más apetecido por los venezolanos, Estados Unidos, y regresó a Venezuela para ganar en 2004 el acontecimiento cultural más importante del país, Miss Venezuela, e iniciar una fugaz e intensa carrera como actriz de telenovelas. Amaba a este país. Muchos de sus compatriotas hacen el camino contrario y buscan salir de un país cuyas autoridades dicen estar haciendo una revolución. Lo más visible de ese lance es la estela de muerte que ha quedado a su paso. Las cifras extraoficiales hablan de una sangría continuada que alcanzó cotas de país en guerra en 2013. 24.763 homicidios, 79 por cada 100.000 habitantes, 67 cada día. Tres cada hora.
Mónica Spear se colocaba más allá de todas esas sombrías estadísticas con optimismo. Como tantos otros de sus compatriotas, ella se reconocía en las bellezas naturales de este país mucho más que en los desangelados conjuntos de viviendas del Estado de Florida, donde reside su familia, y los centros comerciales de descuentos. Había trabajado en algunos de los parques temáticos de Orlando mientras estudiaba Arte Dramático en la Universidad de Florida Central, y quizás comprobara que lo suyo no era la vida ordenada y previsible de ese país. “Fue la única de mis hijos que no pude sacar de Venezuela”, se lamentaba su padre, Rafael Spear, cuando llegó al funeral procedente de EE UU.
"Tenía el aura de las estrellas", recuerda sin disimular su tristeza el escritor Leonardo Padrón
Su vil asesinato la noche de Reyes en un paraje solitario de una autopista que comunica Puerto Cabello, el principal puerto del país, con la ciudad industrial de Valencia acabó a los 29 años con la promisoria carrera de una joven que superó el estigma de reina de la belleza que se vale de su físico para aparecer en la pequeña pantalla. Lo sabe Leonardo Padrón. En 2010 este autor comenzó a escribir los libretos de La mujer perfecta, una telenovela cuya protagonista rompía con el molde de los culebrones mexicanos y venezolanos que juntan a la niña pobre con el hombre rico. Mónica Spear interpretaría a una chica con síndrome de Asperger que se enamora de un galán casado. Padrón enfrentó aquella primera reunión con Spear con el prejuicio propio que sienten algunos escritores por las reinas de la belleza. Le explicó entonces el reto: disimular la belleza que tanto resaltaba con un atuendo propio de una provinciana incapaz de mirar a los ojos a su interlocutor. Mónica, recuerda Padrón, no solo dio con el tono del personaje, sino que acudió a Sovenia, una organización pionera en Venezuela en la comprensión del autismo, para preparar el personaje. “Ahí creció mi respeto por ella”, reconoce.
Fue la última telenovela que hizo en Venezuela. “Tenía el aura de las estrellas”, afirma Padrón con una tristeza que no puede disimular. Encabezó el reparto de Mi prima Ciela (2007) y Calle luna, calle sol (2009) en Radio Caracas Televisión, un canal cerrado por órdenes del entonces presidente Hugo Chávez. Se la vio acompañando a los estudiantes opositores que tomaron las calles con las manos pintadas de blanco. Sería la única vez que su nombre se asoció a la cruel polarización que divide al país desde hace 15 años. Quizás escapara del estigma por el hecho de que después de encarnar a Micaela Gómez en La mujer perfecta fue contratada por la cadena Telemundo para encabezar el reparto de dos telenovelas: Flor salvaje y Pasión prohibida.
Mónica Spear, en 2005. / REUTERS
Al culminar este último culebrón decidió rechazar una tercera producción sin tomar vacaciones. Rechazó el papel protagonista de la nueva telenovela del escritor venezolano Ibsen Martínez, exitoso autor de Por estas calles (1992), quien volvía al género tras de una década de mutis. “Era mi candidata”, reconoce, quien había sido informado de sus progresos actorales. Además, Spear tenía un camino andado en Telemundo, empresa coproductora del dramático, que podría augurar la sintonía en el mercado de EE UU. “Pero el camino está lleno de baches. Quería una pausa”.
A finales de noviembre comenzó esa pausa con un largo viaje por la Venezuela profunda con su pequeña hija y su exesposo, Thomas Henry Berry, un inglés enamorado de la geografía venezolana, que decidió promover el país que acogió a sus padres fundando una agencia de turismo extremo. Se divorciaron en 2012, pero mantenían una buena relación. Nadie podrá saber si ese viaje terminaría en una reconciliación, pero la hermosura de los paisajes que enmarcaron su último paseo como pareja lucía como el decorado perfecto para luego narrarlo. La cuenta de Instagram de la actriz nos enseña esa felicidad: madre e hija bajo una cascada o la actriz meditando con los indios waraos en el delta del río Orinoco.
A las diez y media de la noche del 6 de enero ese viaje terminó a balazos. Mientras los venezolanos dormían, la doctora Alida Yépez, pediatra de guardia del hospital de Puerto Cabello, dio el primer aviso de lo que ha significado una gran tragedia para este país. En su cuenta de Twitter avisó: “Recibimos hace dos horas a una niña de cinco años que dice ser familiar de Mónica Spear. Está herida de bala, pero estable”. Sus padres yacían dentro del vehículo en el que recorrían el país.

Era el pasado 6 de diciembre, un día importante para todos los implicados en la Copa del Mundo de 2014, que se celebrará en Brasil entre junio y julio: se sorteaban los grupos que definirían el calendario de la primera fase de la competición. La expectativa en la Costa do Sauípe, un resort en el Estado de Bahía, donde se celebraba la ceremonia, era elevada. Pero en cuanto comenzó la transmisión, buena parte de los asistentes y 500 millones de telespectadores de casi doscientos países se distrajeron con otro asunto: la presentadora del sorteo.
Fernanda Cama Pereira Lima —o Fernanda Lima, a secas—, de 36 años, nació a 2.300 kilómetros de Bahía, en Porto Alegre, capital de Río Grande del Sur. Rubia, de 1,76 metros de altura, ojos claros y vestida de la cabeza a los pies con un ajustado vestido dorado de pronunciado escote y tacones de aguja, Lima parecía una top model brasileña tipo Gisele Bündchen.
Fan de Grêmio, el equipo de fútbol de su ciudad natal, la modelo, actriz y presentadora está casada con el también modelo y rubio presentador Rodrigo Hilbert y, juntos, forman la pareja feliz de la televisión brasileña, en la que aparecen con sus gemelos —rubios— Francisco y João, de cinco años. El cuerpo de su madre está esculpido por las clases de ashtanga yoga, que practica desde hace ocho años. Cuando sale a pasear por Leblon, famoso barrio de Río de Janeiro, ese alborozo de la presentación del sorteo suele ocurrir en vivo y en directo.
Lo que en la capital fluminense puede ser normal, en otros lugares del mundo causa problemas. En la ceremonia de la FIFA, Lima desató tanto furor que en Irán se interrumpió la transmisión y solo se reanudó tras cortar los planos que mostraban el generoso escote de la brasileña. La actriz llegó a pedir disculpas públicamente por el “malestar” generado en un país conocido por el estricto rigor de sus normas.
Hija de dos profesores de Educación Física, Lima comenzó su carrera en las pasarelas a los 14 años, cuando fue descubierta por un fotógrafo en una playa de Río Grande del Sur. Durante su etapa de modelo, vivió en Japón, Italia y Suiza. Debutó en televisión en 1999, a los 22 años, como presentadora de un programa de turismo en la MTV. Después, estudió Periodismo y presentó varios espacios en la televisión brasileña, además de actuar en películas y telenovelas. Su último programa, cuya cuarta temporada terminó en diciembre pasado, fue Amor & Sexo, una emisión semanal de Rede Globo con público en el plató y dirigida a una audiencia joven sobre temas relacionados con el sexo, claro.
Fue la anfitriona del primer beso gay retransmitido ante las cámaras brasileñas cuando invitó a algunas parejas para que reprodujesen la clásica escena de la famosa producción de Disney La dama y el vagabundo, en la que dos perros de distintas clases sociales cenan en un restaurante italiano y acaban sorbiendo el mismo espagueti del plato y uniéndose en un beso. Una pareja heterosexual y otra homosexual aceptaron la broma y el programa pasó a la historia.
En una entrevista con el diario Folha de S. Paulo, Lima llegó a decir que la sexualidad de los brasileños es “escasa”: “La libertad del cuerpo, el baile, el funk afloran en nuestra sensualidad. Pero es apariencia. En la cama, es diferente. Los sentimientos profundos son bastante inusuales”, dijo. El tono medio filosófico es intencionado: Fernanda Lima estudia su segundo año de posgrado en Filosofía en la Universidad Católica Pontificia de Río de Janeiro (PUC-RJ) y se desdobla para acudir a clase todos los martes y viernes. No es solo un escote bonito.

Los exagerados retoques digitales hacen prácticamente imposible que se distinga una arruga en una campaña publicitaria. Sobre todo si se trata de lencería. Pero a sus 62 años, Jacky O’Shaughnessy ha roto todo tipo de convenciones y se ha convertido en la nueva imagen de la línea de ropa interior de American Apparel. La cadena de moda pronta ha publicado la foto en las redes sociales en la que se ve a la sexagenaria ataviada con solo un conjunto de encaje y estrías a la vista, acompañada de la frase “Ser sexi no tiene fecha de caducidad”.
O’Shaughnessy fue descubierta por la marca estadounidense en 2011 mientras cenaba sola en un restaurante neoyorkino. Nunca había oído hablar de la firma y el encuentro fue su primer contacto con la profesión de modelo, pero la experiencia le agradó tanto que trabaja para ellos desde entonces. La exactriz da al traste con los estereotipos que rodean su recién estrenada profesión, definiéndola como creativa e interesante. “Había leído muchas veces que el trabajo de maniquí es como poco insulso pero requiere energía y habilidad para comunicarse sin palabras” dijo a la web Fashionista.com.
American Apparel es una empresa acostumbrada a hacer ruido. Su publicidad, generalmente protagonizada por aficionados se basa en el uso de imágenes de alto contenido sexual que no desentonarían en una revista erótica. Y su fundador Dov Charney es un personaje contradictorio, que se mueve en la nebulosa entre lo reivindicativo y provocador. Por un lado defiende los salarios dignos y la producción local; por otro, se ha visto envuelto en acusaciones de discriminación y acoso sexual por parte de sus empleadas, aunque la mayoría no han salido adelante. Últimamente la marca ha dado de qué hablar por usar maniquíes en sus escaparates con vello púbico a la vista y comercializar camisetas ilustradas con vaginas en plena menstruación (la firma entregó la mitad de las ganancias por ventas del artículo a una organización de apoyo a las mujeres artistas).
Aunque sus maniobras publicitarias suelen causar urticarias, la elección de una veterana como imagen ha suscitado reacciones predominantemente positivas. Lo que no vendrá mal teniendo en cuenta que las ventas de la cadena y el precio de sus acciones han caído nada más comenzar el año.
American Apparel no es la primera empresa que usa a mujeres en edad de jubilación. Ni siquiera la que utiliza la modelo más longeva. La instantánea de O’Shaughnessy había sido tomada hace tiempo, pero ha sido difundida este año tras el éxito de otras maniquíes de tercera edad. Carmen Dell'Orefice, de 82 años y Daphne Selphe, de 86 acaparan portadas de revistas de moda y Alber Elbaz, diseñador de Lanvin, seleccionó a la bailarina octogenaria JacquieTajah Murdock para una de sus campañas de 2012. Las damas de pelo blanco ya no limitan sus salidas a salones de té y partidas de bridge. Despiertan interés, su estilo se documenta en blogs especializados como Advance Style, y algunas saben cómo sacar partido de esta época dorada de la arruga.

Fue uno de los grandes nombres de la 080 Fashion Week de Barcelona el pasado mes de enero. Clément Chabernaud pisó entonces el mismo suelo de la pasarela que otros compañeros de la (primerísima) liga fashion. Junto con Jon Kortajarena o Andrés Velencoso, el modelo puso rostro a los desfiles de la Ciudad Condal. Pero la mano que el parisino, de 25 años, con más ternura acarició fue la de su chica, la top española Alejandra Alonso, que lo acompañó en la presentación de la nueva colección de Desigual. No en vano, el maniquí, siempre que puede, cruza, con placer, nuestras fronteras. “España es mi lugar favorito. Me encanta la atmósfera, el idioma, la gente, el modo de vida…”, se jacta.
Comentan aquellos que asistieron al desfile 080 que Clément irradia un magnetismo macarra pero sublime, como ya describimos en el primer número de ICON, donde el francés se descubrió como chico-talismán de la revista. “Puede ser un macarra adolescente para Raf Simons el viernes y, el sábado, convertirse en un aristócrata británico para De Fursac”, afirmábamos. Uno de sus últimos contratos publicitarios ha sido el firmado con Sisley, para quien protagoniza la campaña primavera/verano 2014,en compañía de la sensualísima modelo Julia Restoin Rotfield.
Mientras Clément Chabernaud continúa compartiendo piso en el East Village neoyorquino y fabricando sueños de asombrosa sencillez (“me gustaría ser profesor de educación física”, confesó a ICON hace unos meses), la vida parece tenerle preparado algo mucho más excitante.